El Jardín Mágico de Klingsor

2006/09/04


Esplendor Francés
Agosto 18 de 2006, Teatro Municipal. Obras de Ravel, Fauré, Martins, Debussy, Bozza y Sibelius.
La Filarmónica parece encontrarse muy a gusto con batutas veteranas, directores que tienen muy claro lo que quieren y que conocen a fondo el repertorio que interpretan. Así había sucedido con Irwin Hoffman, conductor de una espléndida Sinfonía Heroica.

Quince días después nos encontramos con un concierto muy original y coherente, ejemplo de lo que también se ha alcanzado a nivel de programación, construido sobre los ejes temáticos Francia - Clarinete y Peleas y Melisenda.

El maestro Fantapié posee una técnica sencilla, diáfana y clara, de una comunicación directa, con un marcaje del tiempo claro y flexible y con un uso de la mano izquierda con fines de estilo y emoción que sólo puedo calificar de natural

Abrió el programa la Pavana para una infanta difunta en una versión plena de sutilezas, difuminada, delicada, apropiadamente etérea; características que serían fundamentales durante toda la noche. El Pelléas de Fauré fue la primera obra musical que surgió de la obra de Maeterlinck y era estreno en Cali. Su condición de música de carácter dramático fue expuesta sin entrar en exageraciones melodramáticas, resaltando el carácter misterioso de algunos pasajes y dando el brillo necesario a la popular Siciliana.

Con la segunda mitad de la primera parte escuchamos al excelente solista de la noche, el clarinetista belga Bernard Crucifix, quien nos ofreció el estreno mundial de 4 Notas na cidade del compositor de Cabo Verde, Vasco Martins. Obra amable, plena de citas al lenguaje popular, la obra se inscribe armónicamente en el espectro del concierto, con aires impresionistas y modales. La Rapsodia para clarinete de Debussy, completó la extensa, pero nunca larga primera mitad. Esta exquisita miniatura resalta de manera magistral la parte solista y es una pieza habitual del repertorio del clarinete solista. Crucifix fue un solista estupendo, pero la orquesta nos deslumbró por el idiomático acompañamiento, refinado y exquisito.

La segunda mitad se abría con el Concierto para Clarinete de Eugéne Bozza, estreno absoluto en nuestro país. El lenguaje de la obra presenta numerosas afinidades con el del grupo de los seis, o el de autores como Castelnuovo-Tedesco, es decir música tonal sin falsas veleidades de "vanguardia". El solista aprovechó su momento y en un tour de force sedujo al público presente.

El plato fuerte de la noche musical fue la suite de música incidental Pelléas et Melisande de Jean Sibelius; doce años posterior a la obra de Fauré y 3 años a la ópera de Debussy sobre el mismo asunto. Se trata de una obra que capta en el lenguaje personalísimo de su autor el mundo fantástico y hermético del drama de Maeterlinck. La versión de la orquesta, con numerosos pasajes solistas para distintas secciones permitió ver el grado de comunicación del maestro Fantapié con la agrupación. Pocas veces se ha notado más la atención permanente de los distintos instrumentistas para con el director. Para quien esto firma, lo mejor de la noche junto al Debussy.

Sensacional concierto, que evidencia una metamorfosis del sonido fascinante, por parte de la Filarmónica. Pasar de un concierto inscrito en el romanticismo, pleno de un sonido tenso, épico y dramático, un sonido germánico en suma del concierto anterior, a un sonido recogido, equilibrado, cristalino y diáfano según el momento, un sonido francés, sin apenas mayores esfuerzos habla maravillas del trabajo que adelanta la orquesta caleña y que quedó atestiguado en las ovaciones finales por parte de un público embelesado.